Lazarov y Javier, mis recién colegas, comentaban el pasado jueves en una estupenda jornada de la rede Mentoring organizada por BIC Galicia, que “no es lo mismo”. Y efectivamente, no es lo mismo algo como beber, saborear, dejar caer al vacío de nuestra garganta y disfrutar un buen vino en una copa de cristal de Baccarat, que atizarle un trago rápido en una copa de otro cristal menos puro. Y no es lo mismo especialmente porque nuestra mente no lo procesa igual, porque nuestro sistema límbico le confiere una serie de conexiones y valoraciones a la pura percepción de “los ojos limpios” que nunca se resolvería la ecuación con el mismo resultado. Pero, ¿es real y objetivamente lo mismo? ¿Aporta el cristal del lujo un efecto singular debido a sus características? ¿Es lo que le ocurre al Oporto Tawny envejecido en barrica pequeña de madera adquiriendo así unas condiciones diferenciadamente más sutiles y refinadas para el paladar que otros Oportos?. Cierto que las famosas Bodegas Porto Calem me han seducido hasta el infinito y más allá y que sus procesos de elaboración de vinos son diferenciados hasta alcanzar el éxtasis del sabor en boca. ¿Y el cristal del recipiente, la copa, aporta también diferenciación como el proceso de elaboración de los vinos? Continuamos en el ámbito de la comunicación emocional, de la comunicación sensual que impacta nuestros sentidos y dispara nuestras emociones. Una vez más!
Jun
24