Lo que las empresas necesitan es amor, sí, amor, como insistía Jesús Puente y con antelación los Beatles! Amor por lo que hacemos; pasión por nuestras actividades y tareas. Lejos de hablar de dinero, antes de nada necesitamos sentir devoción, vincularnos emocionalmente con nuestro trabajo para poder disfrutar de verdad, sentir libertad, un poquito cada día y así todos los días. Lo rehablaba con Raphie, un amiguito inglés muy poco british, la importancia de la figura del «inspirador«, del que nutre a sus compañeros de ideas cada día, de ilusión, de energía para hacer las cosas. Y no creas que es tarea fácil, la del «inspirador«, que se pasa horas navegando en las redes, hablando con gente, saliendo a recorrer mundo e inspirarse para los demás, descubriendo tendencias, reinventando la vida y tratando de acercar a las personas, tratando de darles fuerza para alcanzar la meta.
Hoy hace sol y, como siempre que hace sol, la vida es un poquito mejor. Pero los días grises, esos lunes en los que no encuentras muchas razones para tirar de la cuerda con fuerza, el «inspirador» es una gran ayuda. Deberían pensarlo en serio las empresas, invertir en esta figura, fuente de creatividad para un equipo y de satisfacción final, de mejora de la experiencia para los consumidores.
Ayer en la maratón que se celebra anualmente en las Rías Baixas Vig-Bay, eran muchos los corredores del tramo final ya extenuados que se dirigían al público para pedir animación, fuerza para continuar, energía para alcanzar la meta…
Yo me siento así, como si hiciera sol, muchos días, muchas veces… It´s easy!