Me gustaría poder darte un poco de la ilusión que me regaló el día de ayer. O, mejor dicho, que me regalaron las personas con las que tuve el placer de compartir mis horas. Sin duda, fue un día de esos reconfortantes que consiguen que continúes el camino con una sonrisa tranquila y la agradable sensación de sentirte bien. Bien, sin más y sin menos.
Comencé compartiendo desayuno con José Manuel Rey, Director de El Correo Gallego, y con los miembros de Dircom. Un hombre entrañable, José Manuel, de semblante sereno fruto de los años y experiencias, infinitas historias, andanzas y desventuras del empresariado gallego, que almacena en su inagotable memoria. Y a pesar de todo, a pesar de lo bueno y de lo malo registrado, en sus claros ojos late insistente una luz de ilusión, de energía y de pasión por el futuro. Por los que vienen detrás.
Por la tarde Alejandro Kowalski, Director de Comunicación y Marca del Banco Pastor, se arranca el corazón y lo arroja a la arena, ante los profesionales espectadores de una densa jornada de responsabilidad social corporativa: «¿responsabilidad o sensibilidad empresarial, señores?», desafía Alex, «¿no estamos hablando del alma de las empresas? ¿no es innato el ser ético?«, continúa. Y es que ¿de qué estamos hablando?, ¿por qué le damos tantas vueltas a lo que debería ser por el simple hecho de ser y estar en un entorno de todos, TODOS?.
Para cerrar jornada, el discurso pasional y tranquilo, auténtico y desinteresado de un hombre con talante de gran persona, José Manuel Iglesias, Presidente de Galopín. Hace declaraciones desde lo más profundo de sus entrañas, desde el sosiego de saber que lo está haciendo bien y para el bien del universo. Y dice conocer a muchos que trabajan como él, «por la manada humana«. Le gusta llamar a las cosas por su nombre y para él, la RSC se llama, ya de viejo, honradez.
¿Qué tienen en común estas tres dispares personas? Para mí, su autenticidad. Sin duda. Son grandes comunicadores, contadores de historias que emocionan por su autenticidad y resultan irresistiblemente persuasivos, innatamente sensibles e irremediablemente sensuales. Tres buenos ejemplos de lo que nos traemos entre manos en este blog. Gracias y Felicidades.
la persona no es sola, no es un cuerpo, no es unos ojos.
Es un alma. Como dice mi hermano, somos almas, y las empresas, si quieren ser, deben ser un alma también.
¿porqué digo esto? por dos razones independientes: una, porque este blog muestra la tuya, Elbi, aunque la tuya sea aún mas.
Y porque me estaba acordando del otro día, cuando hablábamos las dos de las marcas blancas…al leer tu comentario de hoy me dí cuenta de que, efectivamente, yo no las uso por una especie de convicción interna, una íntima razón…y seguramente, debe ser esa: no tienen alma.
¡me encanta tu blog!