Primero un tacón golpeó la madera al caer. Después sonó el otro también sobre el suelo. Zapatos negros de mujer. Caminaba con elegancia despojándose de sus prendas que flotaban suaves en el trayecto. Mientras, la observaba aún enredado entre las sábanas. Un rayo de luz iluminaba su figura. Esbelta. De espaldas. Todo su cuerpo rozando el aire de la suite. Al fondo la bañera la esperaba paciente, deseosa de darle un rato de placer. Agua con pétalos de rosa inglesa. Su capricho secreto. Se giró y me clavó los ojos. Aquel encuentro en el hotel me marcaría más que el tatuaje de Panamá.
Feb
20
Has encontrado tu forma de escribir. la URL de tu blog, perfecta, no podía ser otra. Sigue escribiendo, aunque sólo sean 4 líneas al día.
me gusta leerte.
un abrazo.
muchas gracias maría luisa. Cada día unas líneas para poco a poco ir construyendo, como dice W. Whitman, "no te dejes vencer por el desaliento". Pero con estos comentarios, la verdad que dan ganas!!!