Eran muchos en el pueblo los que soñaban con ver el mar. Respirar ese aroma a pescado y sentir la brisa en la cara. «La gran mancha azul les embrujaría con su vaivén», pensaban. El mar estaba lejos; no todos conseguirían verlo. Solo los que mantuvieran intacta en el tiempo la ilusión, podrían algún día contemplar su belleza.
Mi sueño era otro. Y nadie en el pueblo podría imaginar que no soñara con el mar. Deseaba dar sin esperar, llorar por las penas ajenas y morir de risa en compañía. Mi sueño era tener un amigo.
*Con este relato «Un amigo» participo en el Concurso de Microrrelatos sobre la Amistad, convocado para promocionar la ópera prima de Daniel Guzmán, «A cambio de nada». También puedes verlo aquí.